viernes, agosto 17, 2012

Carta mis hijos cuando cumplimos 40 años de matrimonio. N° 1.

diario de viaje 1

01-09-2007
6:21
saliendo de inglaterra mar del norte




La excusa son los 40 años de matrimonio.
Salimos el martes 28 de agosto desde Santiago hacia Londres.
Pasajes en ejecutiva, otra cosa. Se puede dormir en cómodos asientos que se extienden casi totalmente.
Como siempre mucha comida y bebida, y cuesta controlarse para no pagar después con hinchazones, flatulencias y acideces.
La mamá resfriada con muchos mocos, yo superando mi gripe con un maravilloso Ketoprofeno recetado por el yerno médico. Justificó la carrera.
Londres con un clima grato. Tomamos el metro para ahorrarnos unas 40 pounds. Finalmente el hotel estaba a tres cuadras de la estación correspondiente. Nuestras valiosas maletas Tumi se desplazaron gráciles por las veredas de Piccadilly hasta alcanzar el 116 del Athenaeum. Fea fachada, magnífico hotel.
Covent Garden a pie, mucha gente, mimos, payasos, tragasables y demases.
Observamos que la pound ($1.000 +), es como un dólar en USA. Un viaje en metro ¡4 pounds! Es cierto que si uno paga 5.1 pounds obtiene un ticket para todo el día.
Cansados, pero no sin antes comer en un Angus Steak House, nos retiramos temprano y a las 9 PM estamos sleeping.
Dia 30, cultura en Tate Gallery, a ver a mi querido Turner y sus cuadros neblinosos. No estaba el de la locomotora que descubrí que estaba en la National Gallery.
Para cumplir con la segunda versión de la crema catalana en St Martin in the Fields, vamos a Trafalgar Square. St Martin cerrado hasta octubre por restauración. ¡Qué novedad en Europa! En fin, las segundas partes nunca fueron buenas.
Con hambre, nos metemos a la cafetería de la National Gallery, hamburger gigante para mí y Meat Balls de cordero para ella. Una cerveza amarga y tibiona para deglutir la hamburguesa. La cuenta: como 30 pounds.
Ya en la National Gallery una visita rápida. Turner me espera en su locomotora, Renoir y su cuadro de los paraguas pagan el viaje.
A estas alturas el shopping empieza a manifestarse como síndrome de abstinencia en la Ana María.
Fugaces visitas a las tiendas muestran que es posible encontrar saldos en oferta realmente baratos. Un polerón para Gaspar inicia el juego, disimulando la preferencia por la nueva nieta.
Encontré unos pantalones beige de 31 pounds en 9 y que, al pasar por la caja, quedaron en 5. Great deal!
Hacemos ‘saludable’ con protesta de la esposa que me obliga a salir de noche a buscarle galletas y chocolates. Encuentro nachos y Snickers que los devora como una homeless.
Día 3 en Londres, el furor shoppero es incontenible. Rumbo a Harrod´s. Bonita tienda. Nadie compra, poca gente, precios insólitos. Es el día del aniversario de la Diana, cada cierto rato piden 2 minutos de silencio por ella y el Dodi (hijo del dueño). Eso es gratis. A las once, gran despliegue, entra Al Fayed padre, rodeado de más seguridad que un presidente. Los vendedores de perfumes guardan sus cartoncitos fétidos y simulan una oración.
Volvemos a pie para quemar muffins y otras ingestas hacia el hotel, justo para tomar el taxi al muelle del puente de Londres donde está nuestro bote.
Observamos lo jóvenes que somos al lado de nuestros compañeros de viaje. Era sólo una primera impresión, hay también algunas jovencitas deseables.
Buen camarote, amplio, con walking closet, baño con tina, estar, terraza, frutas, tragos y servicio de muchachas filipinas 24 horas al día, ¿incluso aquello?
Cena fina, vinos chilenos y californianos, petit fours y todas esas cosas que tanto daño hacen.
Hoy 1° de Septiembre, intentamos hacer el laundry, pero las gringas prepotentes dejaron sus calzones cagados lavándose y no volvieron. Ana María, ser india pero no tonta, sacó esa ropa y puso la suya. Gresca arbitrada por un marido sensato que hizo ver a su wife el letrero ‘Don’t leave your clothes unattended’. Triunfo para el tercer mundo.
Continuará.

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