jueves, abril 25, 2013

Una visión boliviana de la demanda en La Haya


Frondosa e inútil delegación a La Haya

(De www.eldiario.net de Bolivia)

Los días precedentes estuvieron cargados por todo lo que se dijo que se haría para las gestiones ante el Tribunal Internacional de La Haya. Todo culminó con el hecho de que partió una delegación muy numerosa presidida por el Canciller de la República e integrada por el ex presidente Eduardo Rodríguez Veltzé, designado recientemente como “responsable de los planteamientos que se hagan en relación con el problema marítimo”.
La numerosa delegación estuvo integrada por el Canciller, varios ministros, ex ministros y, por supuesto, personajes del MAS que tienen funciones en la burocracia gubernamental. El hecho, por lo insólito, alarmó a la comunidad nacional que, desde todo punto de vista, considera como inútil semejante despliegue de funcionarios oficiales que si bien ocupan cargos en el Gobierno, seguramente no saben ni entienden lo que vayan a hacer en el Tribunal Internacional cuando se sabe que solamente hay que entregar el documento y, a lo más, presentar al embajador Rodríguez Veltzé como responsable de las gestiones que vayan a efectuarse.
La extrañeza es grande porque, en primer lugar, el embajador Rodríguez, ex Presidente de la República, recién fue posesionado hace pocos días; segundo, él, como responsable, debió escoger a su personal -sin fijarse en militancias y cuestiones partidistas- y prácticamente, desconociendo su investidura, se designó a personas que nada tienen que ver con el caso (aunque el problema marítimo sea de interés de todos los bolivianos); tercero, el documento se lo debió presentar después de serios estudios, análisis pormenorizados, acumulación de antecedentes y examen de documentos, de casos similares que haya habido en el mundo sobre presentación de reclamos, etc.; cuarto, la delegación está integrada por personas ajenas, sólo con pocos conocimientos históricos, y, en algunos casos, con personas cuyos antecedentes no son respetables (casos Chaparina, lucha anticorrupción, por ejemplo).
La verdad es que el caso se presenta como un “show” a representarse por malos actores, y todo con fines netamente demagógicos y populistas que, en vez de mostrar posiciones ajustadas a la verdad y la justicia, lo que hace es darle más razón a Chile que ha preparado sus respuestas con la anticipación, cuidado, esmero, dedicación y responsabilidad durante mucho tiempo. Esta vez más, jugamos en nombre del país un triste papel, en el que el protagonista principal es un ex Presidente que, en todo caso, debió cumplir, desde el comienzo, una posición más digna estudiando el caso, sometiendo el problema a juristas, ex cancilleres, ex presidentes de la República y hombres probos y especialistas en derecho internacional y, recién, luego de mucho tiempo, hacer la presentación respectiva que, además, con seguridad que La Haya tomará mucho tiempo en verlo y, mucho más, en resolver lo que buscamos o desestimar nuestros reclamos.
Lamentable es que en este problema, Chile -aun sin tener razón- esté mejor preparado y sepa encarar un asunto que es vital por su importancia.

martes, abril 09, 2013

Thatcher, su Legado y la Inspiración Chilena, por Hermógenes Pérez de Arce

Margaret Thatcher personificaba lo que debe ser un gobernante de derecha, primero, porque su ideario estaba fundado en la libertad personal; segundo, porque tenía el coraje político para hacer prevalecer la ley y el orden; tercero, porque simbolizaba el respeto por los derechos personales; y cuarto, porque defendía la solidez familiar.

No puede hablarse de un gobierno de derecha si no hay autoridad. Cuando, estando ella en el poder, los politizados sindicatos del carbón se alzaron en huelga ilegal en su contra y resistieron su plan de tornar económica esa actividad, cerrar yacimientos con pérdidas y privatizar otros, simplemente se les enfrentó y nunca cejó. Como la izquierda hace en todas partes, esos sindicalistas optaron por las "tomas" y el empleo de la fuerza, pero Margaret Thatcher desplegó con energía la fuerza policial y si bien le tomó años y enormes pérdidas económicas, al final consiguió derrotar el movimiento ilegal. Un dicho suyo reflejó su actitud en esos cruciales años: "Soy extraordinariamente paciente, siempre que al final se haga lo que yo pienso".

Era adversaria del "consenso". Lo definía como "el proceso de abandonar todas las convicciones, valores y políticas en busca de algo en lo cual nadie cree, pero nadie objeta. Es el proceso de eludir los propios problemas que se debe resolver, meramente porque no es posible obtener un acuerdo en el camino a seguir. ¿Qué gran gesta podría haber sido emprendida bajo la enseña de 'yo combato por el consenso'?"

Cuando tenía la convicción de estar en la razón nada la arredraba. Por eso emprendió una tarea enorme, ardua y distante cuando Argentina invadió las Malvinas, y no cejó hasta la victoria final. Como, recién consumada esa invasión, el presidente argentino Galtieri anunció que ella era "el primer paso en la recuperación del territorio insular argentino", y era sabida su ambición de usurpar las islas australes chilenas, nuestro país se convirtió en aliado natural de Gran Bretaña y actuó como tal, en forma discreta y sin dejar de cuidar la relación con nuestros vecinos. Porque sabíamos que el siguiente zarpazo venía contra nosotros. 

Ese episodio creó un vínculo especial entre el gobierno militar chileno y el régimen conservador británico, que el laborismo, como es habitual en todo socialismo, después traicionó, haciéndose cómplice de la ilegal detención en territorio inglés del ex presidente chileno Augusto Pinochet. Margaret Thatcher se jugó entera por su libertad, que al final se logró. Y se jugó por ella más que muchos chilenos, porque desgraciadamente el temple de ella dejó de darse en estas tierras junto con el término del siglo XIX.

La conocí personalmente y también conocí la inspiración de sus políticas a través de su economista de mayor confianza, Alan Walters, y sé de primera mano cuánto incidieron las políticas liberalizadoras, desregulatorias y privatizadoras del Gobierno Militar en las que se practicaron en Gran Bretaña. Por eso siempre he sostenido que el eco mundial alcanzado por la revolución económico-social chilena de 1973-1990 fue enorme y resonó más allá de nuestras fronteras.

Margaret Thatcher tuvo gran influencia en la caída de la Cortina de Hierro y del Muro de Berlín. Apenas conoció a Michail Gorbachov dijo: "Este es un hombre con el cual podemos hacer negocios", porque advirtió desde un principio que estaba comprometido con la libertad y los derechos humanos de sus semejantes. Como, por definición doctrinaria, no pueden coexistir el socialismo con la libertad y el respeto a los derechos humanos, el derrumbe de las tiranías comunistas era sólo cuestión de tiempo.

Cuando Brezhnev dijo: "Nunca más permitiremos otro Chile" y fundó su ataque a nuestro país en sus críticas a supuestos atropellos a los derechos humanos acá, no se dio cuenta de que ponía una bomba de tiempo bajo su sillón de dictador omnímodo, pues el resto del mundo le exigió a él respetar los derechos humanos y por eso su régimen se vino abajo aún antes del término democrático del gobierno militar chileno, al cual intentó en vano derrocar por la fuerza de las armas, el terrorismo y la contrapropaganda, que así y todo nos hizo un tremento daño. Por eso el historiador Paul Johnson ha escrito que el último éxito propagandístico que obtuvo el KGB "antes de ser lanzado al basurero de la historia" fue la campaña de desprestigio contra Pinochet.

Cuando Margaret Thatcher y yo conversamos con motivo de una entrevista que le hice para "El Mercurio", le pregunté sobre sus autores preferidos. Me dijo que, en lo filosófico y moral, era C. S. Lewis, y en lo económico-social, Friedrich von Hayek, y en particular su libro "Camino de Servidumbre". "Está todo ahí", me expresó, refiriéndose a esta obra.

Ha muerto una figura política de derecha posiblemente irreproducible y única. Está por verse que exista en el mundo contemporáneo alguien capaz de llenar el vacío de coraje, energía y pensamiento que deja su partida.