jueves, julio 11, 2024

Patricio Navia: La izquierda anti-pobre

 Uno de los enunciados que más repite la izquierda es que los políticos de ese sector defienden los intereses de los pobres. Aunque debería despertar sospechas que la mayoría de los principales líderes de la izquierda -en especial en el Frente Amplio- nacieron y crecieron en el privilegio. La izquierda históricamente se ha llenado la boca alegando ser una versión moderna de Robin Hood, el mítico héroe que le quitaba a los ricos para darle a los pobres. Por eso, resulta profundamente irónico que la izquierda hoy apoye una medida que sólo perjudica a los pobres y contribuye a su exclusión del proceso electoral y, en consecuencia, de la democracia. 

Ahora que la izquierda se opone a hacer efectiva la obligatoriedad del voto -con una multa para los que se abstienen- queda en entredicho la validez del argumento de que quieren lo que es mejor para los pobres.

La evidencia reciente ha demostrado que, cuando los pobres votan más, la izquierda pierde. 

Con su actuar, los legisladores de izquierda en Chile parecen decirnos que ellos quieren lo mejor para el pueblo siempre y cuando el pueblo no vaya a votar.

El debate sobre la multa que deben pagar los que no asistan a votar -la herramienta que hace, después de todo, que el voto obligatorio efectivamente lo sea- es central en el intento por nivelar la cancha y evitar el sesgo de clase. Sin multa, la participación en Vitacura estará, como siempre, en torno al 80%, pero la participación en La Pintana estará en torno al 40%.

En esencia, los legisladores de izquierda que quieren eliminar la multa por no votar quieren que los pobres voten menos que los ricos. Ante el malestar popular por la dirección en la que va el país, por la delincuencia, por la falta de oportunidades y por la multiplicidad de promesas incumplidas de este gobierno y los escándalos de corrupción, amiguismo y nepotismo que han abundado en estos años, la izquierda ha decidido que es mejor evitar que los descontentos voten. La izquierda parece moverse por la lógica del “si no puedes con ellos, evita que te castiguen en las urnas”.

El diputado Gonzalo Winter Etcheberry, con esa insensatez e incontinencia verbal que ya es ampliamente conocida, alegó que la multa sería una especie de ley “anti-pobre”. Winter Etcheberry representa cabalmente a ese singular grupo de izquierdistas que nacieron en el privilegio y que han aprovechado ampliamente sus contactos, redes y diversos tipos de capital para hacer carrera política representando, presumiblemente, a votantes pobres con los que nunca compartieron experiencias de vida, que no son parte de su círculo de amigos y con los que jamás pensarían en formar familia. Por eso, de forma tan irresponsable y liviana, Winter ha decidido tildar de “anti-pobre” a un incentivo que precisamente busca nivelar la cancha para que el voto de cualquiera de esos pobres de los que Winter habla tanto valga lo mismo que el voto de ese privilegiado joven de élite nacional.

Es evidente que en Chile abundan las desigualdades. Si no hubiera nacido en el privilegio, Winter probablemente jamás habría llegado a ocupar un escaño en el Poder Legislativo. La irresponsabilidad, falta de criterio e insensatez que guían sus acciones probablemente le hubieran pasado la cuenta mucho antes en su vida. Sin sus privilegios, Winter probablemente hubiera terminado siendo uno más de las decenas de miles de jóvenes condenados al baile de los que sobran por haber cometido errores torpes e insensatos en su adolescencia y juventud. 

Precisamente porque necesitamos combatir con decisión y responsabilidad las múltiples desigualdades que existen en Chile, es clave que partamos por tomar medidas que nivelen la cancha y permitan que el voto de una persona sin privilegios valga tanto como el voto del diputado Winter y de todos aquellos privilegiados que hoy debaten sobre las ventajas y desventajas del voto obligatorio.